Se trata de un esfuerzo guiado por un enfoque holístico en su visión, auténtico en su concepción e inclusivo en su aplicación, cuyo telón de fondo es el papel de SM el Rey como garante de la libertad religiosa.
El liderazgo Real y la visión audaz al más alto nivel del Estado han sido decisivos en la materialización de este programa de reforma.
El resultado ha sido estimulante: Marruecos dispone ahora de un Soft Power, que lo convierte en un interlocutor escuchado a nivel internacional.
La marcha comenzó hace exactamente 20 años. Fue en 2004 cuando Marruecos sentó las bases de su nueva política en el ámbito religioso.
Teniendo en cuenta los nuevos retos, el Reino ha reestructurado el ámbito religioso, dando importancia al apego a la unidad doctrinal de la Nación bajo la preeminencia del rito malequí.
Las grandes líneas de esta reforma fueron expuestas por el Soberano en su discurso Real de abril de 2004, en el que SM el Rey indicó que el Reino ultimaba y aplicaba una estrategia integrada, global y multidimensional, en cuya elaboración se trabajó arduamente y se basó en tres pilares, con el objeto de impulsar y renovar el ámbito religioso, en la perspectiva de proteger a Marruecos de las tentaciones del extremismo y el terrorismo, y preservar su identidad, que lleva el sello de la moderación y la tolerancia.
Así, se ha reestructurado el Ministerio de Habices y Asuntos Islámicos. Se ha promulgado un Dahir por el que se crea un departamento para la enseñanza original y otro responsable de las mezquitas.
Los Consejos de Ulemas se vieron redinamizados. Teólogos conocidos por su erudición han sido llamados a centrar sus acciones en una lógica de proximidad y a escuchar más a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes, para protegerlos de tendencias extremistas o mistificadoras.
Pero la columna vertebral de la reestructuración del ámbito religioso ha sido la modernización de la enseñanza islámica para favorecer una sólida formación en ciencias islámicas, con todas sus disciplinas, en el marco de una escuela nacional unificada.
Para aplicar su estrategia, el Reino se ha apoyado en instituciones fuertes y en un conjunto de mecanismos activos en tres niveles: prevenir las causas profundas del extremismo, deconstruir las narrativas del odio e inmunizar desarrollando mecanismos que puedan ayudar a frenar el radicalismo.
Este enfoque se ha aplicado a través de diferentes ejes, como la protección de la diversidad identitaria, el refuerzo de la resiliencia contra las ideologías extremistas y la lucha contra los factores socioeconómicos que pueden conducir a la radicalización.
Es a lo largo de esta trayectoria bien definida que la máquina se puso en marcha. Las medidas se han ido sucediendo, con resultados tangibles, que ilustran perfectamente la pertinencia de un enfoque marroquí que destaca por una coherencia y una moderación reconocida al Reino por sus socios.
"Las reformas emprendidas por Marruecos en las dos últimas décadas han contribuido a la renovación de un islam basado en los valores de la moderación, la coexistencia y la convivencia", afirma Yousef Casewit, profesor de Estudios Coránicos en la Universidad Americana de Chicago.
Esta renovación suscitó un gran interés, sobre todo del continente africano, que quiere protegerse de las amenazas que representan las tendencias radicales.
Fiel a su tradición del compartir, Marruecos ha puesto su experiencia a disposición de los países africanos, en particular a través del Instituto Mohammed VI para la Formación de Imanes, Predicadores y Predicadoras y de la Fundación Mohammed VI para los Ulemas Africanos: los dos mecanismos encargados de desplegar la nueva estrategia marroquí.
Se trata de una compartición que Marruecos lleva a cabo basándose en el principio fundador de la interdependencia espiritual, que aúna no sólo enfoques y apreciaciones sino también, y sobre todo, convicciones del corazón y compromisos de responsabilidad.
La creación del Instituto Mohammed VI para la Formación de Imanes, Predicadores y Predicadoras y de la Fundación Mohammed VI para los Ulemas Africanos ha demostrado ser "una decisión juiciosa", afirma Casewit, subrayando que esta decisión pone de relieve "el liderazgo de Marruecos en la región como epicentro de las ciencias religiosas".
El aura de SM el Rey Mohammed VI como descendiente del Profeta y depositario del Imamato supremo refuerza el posicionamiento de Marruecos como tierra de intercambio, tolerancia y paz, simbolizando el Soberano este Islam ilustrado capaz de servir de escudo contra el auge de un extremismo que no cesa de adquirir proporciones alarmantes, socavando todos los esfuerzos de desarrollo.
Miguel Ángel Moratinos, alto representante de la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas, subrayó todo el alcance de las reformas transformadoras iniciadas desde el inicio del reinado de SM el Rey.
"A lo largo de su historia, Marruecos ha contribuido a crear una cultura de respeto mutuo, de aceptación del otro y de convivencia, y ha servido de referencia a nivel regional e internacional para construir un mundo mejor basado en el respeto y la convivencia", recalcó.
La reforma de la esfera religiosa, un proceso en curso, ha dotado a Marruecos de un Soft Power singular. De Asia a América, pasando por Europa y África, numerosos países han expresado su deseo de cooperar con el Reino: un socio esencial cuya influencia y sabiduría son inestimables para domar los ardores extremistas que amenazan la paz y la seguridad mundiales.