En la comuna de Uirgane, encaramada en las montañas del Alto Atlas (a 62 km de Marrakech), la vida ha vuelto visiblemente a la normalidad, con mercados vibrantes de actividad, calles animadas por los transeúntes y aldeas donde resuenan las alegres risas de los niños.
Detrás de este ambiente alegre, muchas familias han terminado por fin las obras de reconstrucción de sus casas, dañadas o destruidas por el trágico terremoto.
Omar, un sexagenario rescatado milagrosamente de entre los escombros junto con su mujer aquella noche memorable, relata su terrible experiencia. “Atrapado durante horas bajo el techo derrumbado, no podía moverme. Sólo esperaba que alguien viniera a rescatarme”, cuenta en una declaración a la MAP.
Un año después, expresa su profundo agradecimiento a los servicios de rescate, a las autoridades locales y a los departamentos competentes que, en una admirable muestra de solidaridad, prestaron un apoyo inestimable a la población damnificada.
“Gracias a la ayuda financiera y al acompañamiento ofrecidos, mi nueva casa está a punto de terminarse. Ahora es más sólida, porque cumple las normas de construcción antisísmica”, se congratuló.
Y con razón, las autoridades locales han trabajado constantemente en los últimos meses para diseñar viviendas más resistentes a los seísmos, respetando al mismo tiempo las particularidades culturales y medioambientales de la región.
Amine Idrissi Belkasmi, director de la Agencia Urbana de Marrakech, precisó que “las obras de reconstrucción de las viviendas destruidas por el seísmo se encuentran en una fase muy avanzada”.
Un año después de la tragedia, y gracias a las intervenciones de las autoridades concernidas, por altas instrucciones de Su Majestad el Rey Mohammed VI, “los nuevos edificios, terminados en un tiempo récord, responden a las normas de seguridad, a las condiciones de confort y a las características del estilo arquitectónico local”, subrayó.
Se han elaborado mapas de terrenos no edificables para evitar construir en zonas con riesgo de deslizamiento de tierra e inundaciones, dijo Idrissi Belkasmi.
Evidentemente, además de restaurar los edificios afectados, la reconstrucción pretende devolver la sensación de estabilidad y seguridad a los habitantes, dos elementos esenciales para contribuir a la curación de las secuelas de la catástrofe.
A medida que avanzan los trabajos de reconstrucción, los habitantes de El Haouz siguen demostrando su genio y determinación no sólo para reconstruir sus hogares, sino también para sentar las bases de un futuro mejor y más sólido para ellos y sus hijos.