Situada a unos 60 kilómetros al suroeste de Marrakech, esta aldea modelo lleva un nombre muy acertado: Shems'y, “mi sol” en árabe, evoca la esperanza y la luz que aporta para calentar los corazones de estos niños.
Construido en un tiempo récord por iniciativa de la Asociación Marroquí para la Protección de los Niños en Situación Vulnerable (AMESIP), este espacio cálido y acogedor ofrece un entorno de vida similar al de una familia, donde estos niños pueden crecer rodeados de empatía y ternura.
En una declaración a la MAP, el director de la aldea, Youssef Lahbil, subrayó que el objetivo de este establecimiento es crear un entorno agradable que favorezca la realización personal y la integración social de los niños en el seno de la comunidad.
“Diseñada de forma ecológica y respetando las normas antisísmicas, Shems'y ofrece actividades educativas, culturales, artísticas y deportivas, así como apoyo social y psicológico a 144 huérfanos, promoviendo el desarrollo global de los niños a su cargo”, añadió.
Por su parte, Fatiha Takhabazt, responsable pedagógica de la Aldea, señaló que se había contratado a un equipo socioeducativo entre los jóvenes de la región de El Haouz para acompañar el desarrollo de los niños y formar su personalidad.
“Nuestro papel es permitir a estos niños adquirir las habilidades necesarias para convertirse en ciudadanos realizados y responsables, capaces de contribuir plenamente al desarrollo de su comunidad”, sostuvo.
En sentido parecido se pronunció Youssef Amir, profesor de artes plásticas, señalando que el centro adopta un enfoque educativo creativo y personalizado, en particular mediante talleres de juegos, tejido y dibujo que estimulan las capacidades intelectuales de los niños.
Para Kenza Elazzam, educadora en la aldea, “Douar Shems’y” es un remanso de paz que permite a los niños superar las secuelas de los trágicos acontecimientos que vivieron durante el terremoto.
Con una superficie de dos hectáreas, “Douar Shems'y” está dotada de todos los servicios necesarios para satisfacer las necesidades de los residentes, como pabellones para la restauración, el alojamiento y las actividades de ocio, campos de juegos, aulas, una biblioteca, un dispensario y un centro de escucha, así como espacios donde pueden pernoctar los miembros de las familias de los huérfanos o sus tutores.
La aldea es también un espacio de vida abierto a su entorno. En colaboración con las asociaciones de padres de alumnos y el tejido asociativo local, la comunidad de Amizmiz puede aprovechar las instalaciones culturales y deportivas de la aldea, fomentando así “el vivir juntos” y la inclusión de los niños en la sociedad.