"Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor Enviado de Dios, su familia y compañeros.
Honorables Señoras y Señores parlamentarios,
Presidimos la inauguración del presente año legislativo, en un contexto marcado por Nuestra firme voluntad de aportar un fuerte impulso a la dinámica de reformas que pretende completar la edificación del destacado modelo marroquí de desarrollo, respondiendo profundamente a las ambiciones de Nuestro fiel pueblo.
El objetivo final que buscamos no es otro sino consolidar el desarrollo de nuestro país, preservar su unidad y garantizar mejores condiciones de vida digna a nuestros ciudadanos, a través de obras de desarrollo, tanto cuando son de gran envergadura, como cuando son medianos o pequeños, en la medida en que todos ellos vienen a servir a la Nación y a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes y a las categorías y regiones necesitadas.
La vía que para ello emprendemos parte de la política de proximidad y de participación, que toma como base la movilización de todas las energías, el lanzamiento de las diferentes iniciativas y la óptima puesta en marcha del conjunto de los consejos electos, entre los cuales el parlamento ocupa un lugar privilegiado.
No obstante, esta destacada función representativa interpela a todo el mundo acerca del alcance del papel desempeñado por el parlamento en tanto que palanca democrática para nuestro modelo de desarrollo.
Si bien es justo considerar los positivos resultados legislativos a los que han desembocado vuestros esfuerzos, hemos de decir que Nuestra ambición, al igual que la de nuestro querido pueblo, sigue siendo la de promover a la institución y a los miembros de las Cámaras de Representantes y de Consejeros, a fin de colocarlas en el centro mismo de esta dinámica de reforma.
Así pues, en lo que se refiere a la institución parlamentaria, ya habíamos insistido en Nuestro primer discurso ante la misma, sobre la cuestión de la mejora de su prestación pasa necesariamente por considerar que se trata de dos cámaras de un solo parlamento y no de dos parlamentos separados.
Es por lo que los partidos y grupos parlamentarios están llamados a adoptar una buena gobernanza parlamentaria, fundada sobre una nueva cultura política y un ejercicio parlamentario eficiente, que busca reforzar la presencia de los diputados, la calidad de sus trabajos y el grado de su contribución en el tratamiento de las cuestiones que realmente preocupan al pueblo.
Para alcanzar tal objetivo, una vez más insistimos en la necesidad de racionalizar el trabajo parlamentario, partiendo de una homogeneización de los estatutos de ambos consejos, amén de impulsar su papel en el seno de una armonía y complementariedad propias de una sola institución, que comparte el objetivo de buscar la calidad legislativa, el control eficiente y el diálogo constructivo acerca de las cuestiones nacionales, especialmente las relacionadas con la gobernanza territorial, y la salvaguarda y consolidación de los instrumentos democráticos y de desarrollo.
Por otra parte, la adhesión al proceso de reforma, requiere de vosotros, en tanto que diputados, tener presente, ante todo, vuestra labor de representación de la voluntad popular, en el seno de este hemiciclo.
Por ello, la condición de miembro del parlamento no ha de ser contemplada como un privilegio personal, sino más bien como una misión que requiere la dedicación seria, asumida con total responsabilidad y compromiso, a fin de hallar soluciones realistas a las cuestiones que preocupan de manera acuciante al pueblo.
Encabezan tales preocupaciones, las cuestiones relativas a la enseñanza útil, la vivienda digna, la cobertura médica, el medio ambiente sano y la incentivación de la inversión generadora de oportunidades de empleo, sin olvidar el desarrollo humano sostenible.
Para responder a tal propósito, es necesario consolidar unas relaciones de cooperación positiva entre los órganos legislativo y ejecutivo así como entre una mayoría cohesionada y una oposición constructiva, en el seno del respeto mutuo y de la asunción compartida de los preceptos constitucionales, los valores democráticos, la inviolabilidad de las instituciones y los intereses supremos de la Nación.
Respetables Señoras y Señores parlamentarios,
Respondiendo a Nuestro firme empeño de asentar la autoridad del Estado sobre las bases del imperio de la ley y la preeminencia de una justicia eficiente, insistimos en que el nuevo concepto de autoridad, como bien lo definimos en Nuestro Discurso de Casablanca, en octubre de 1999, conserva toda su vigencia.
Por lo tanto, no se trata de una medida circunstancial adoptada en una etapa pasajera, o de un lema vacío de contenido, sino más bien, estamos ante una doctrina de gobierno constantemente puesta en aplicación y distinguida por un compromiso permanente con su espíritu y letra.
Tampoco se trata de una concepción parcial limitada a la administración territorial, sino de un concepto global y de obligado cumplimiento por todos los poderes y órganos del Estado, tanto si son ejecutivos, parlamentarios o judiciales.
Por ello, tu Primer Servidor, querido pueblo, velará constantemente por su preservación, preocupándose por la buena aplicación de la misma por todos los poderes, mediante los mecanismos legales de seguimiento, control y estímulo, en el seno de una justicia imparcial.
En tal sentido, queremos afirmar que el poder judicial, en la medida de su independencia con respecto a los órganos legislativo y ejecutivo, viene a constituir una parte inseparable de la autoridad del Estado. La justicia debe garantizar la defensa de la supremacía de la constitución del Reino, del imperio de sus leyes y de la protección de los derechos y compromisos de la ciudadanía.
En este contexto, queremos insistir sobre el hecho de que la buena aplicación de Nuestro proyecto de la reforma profunda y global de la justicia, no debe limitarse únicamente a la acción del gobierno y del parlamento, sino que fundamentalmente es tributaria de la labor responsable de los jueces.
Así pues, a imagen de Nuestra iniciativa en torno al nuevo concepto de autoridad, que busca instaurar la buena gestión de los asuntos públicos, Hemos decidido fundar un nuevo concepto de reforma de la justicia que consiste en «la justicia al servicio del ciudadano».
Nuestra finalidad al colocar «la justicia al servicio del ciudadano», no es otra sino establecer una justicia relevante, mediante su cercanía de las personas que recurren a sus servicios, la simplificación y celeridad de sus normas, la imparcialidad de sus sentencias, la modernización de sus estructuras, la competencia e imparcialidad de sus jueces, su estímulo del desarrollo y su respeto del imperio de la ley para hacer justicia y acabar con la injusticia.
Señoras y Señores parlamentarios,
En medio de una coyuntura dominada por las consecuencias de la crisis económica y financiera mundial, y dentro de un contexto nacional marcado por profundas reformas; esperamos de todos vosotros una fuerte adhesión para materializar dicha reforma mediante legislaciones avanzadas y un control eficiente.
En lo que se refiere a la etapa actual, el proyecto de ley de finanzas, viene a representar un momento fuerte para la consagración de la acción parlamentaria eficaz. Efectivamente, no se trata aquí del debate y de la votación para aprobar o rechazar equilibrios contables y cifras, sino más bien de la materialización concreta de opciones y grandes programas de desarrollo del país.
Por ello, habéis de adoptar un espíritu de responsabilidad y de cooperación fructífera con el gobierno, para hallar soluciones valientes a la difícil ecuación, a fin de preservar necesariamente los equilibrios fundamentales y la dinámica del desarrollo, en el seno de dificultades inherentes a la limitación de recursos.
En la vertiente estratégica, la defensa de la marroquidad de nuestro Sahara, que siempre será nuestra causa sagrada, requiere de todos vosotros una acción eficaz y continua en todos los frentes y foros, tanto en el ámbito local como en el regional e internacional, con el fin de frustrar las desesperadas maniobras de los adversarios de nuestra unidad territorial.
También se os exige avivar la movilización popular y global, y adoptar iniciativas constructivas para recabar mayor apoyo a favor de nuestra valiente propuesta de autonomía; todo ello en el marco de una diplomacia parlamentaria y partidista, en armonía y complementariedad con la eficaz acción de la diplomacia gubernamental.
Efectivamente, empeñados en incrementar la contribución del parlamento en el esfuerzo del desarrollo, esperamos de vosotros un ejemplar provecho de las pertinentes opiniones consultivas del Consejo Económico y Social, que será instalado, con la ayuda de Dios, tras completarse sus órganos.
También os invitamos a otorgar prioridad a la preparación y adopción de la ley marco para el medio ambiente y el desarrollo sostenible, en consideración de que constituyen el zócalo y la garantía del desarrollo de nuestro país en el presente y en el futuro.
Señoras y Señores parlamentarios,
Debéis ser conscientes de que el balance de vuestra acción individual o de partido, será evaluado al final de vuestro mandato, sobre la base de vuestras realizaciones concretas en el campo del desarrollo.
He aquí la vía correcta que permite recuperar la nobleza de la acción política parlamentaria, así como la consideración de los partidos, con el fin de desempeñar su papel constitucional en la contribución al buen encuadramiento y representación de los ciudadanos, preparación de las élites formadas para administrar los asuntos públicos, así como la educación sobre una ciudadanía profundamente celosa de los valores sagrados de la Nación y plenamente comprometida con sus causas e intereses supremos.
«Cuando Dios sabe que en vuestros corazones reina el bien, os otorga otro bien»
El saludo, la bendición de Dios el Altísimo y sus gracias, sean con vosotros".