He aquí el texto integral del Mensaje Real:
"Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor enviado de Dios, su familia y compañeros
Sr. D. Alassane Dramane Ouattara, Presidente de la República de la Côte d’Ivoire,
Queridas Hermanas y Queridos Hermanos Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana,
Sus Excelencias Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Unión Europea,
Sr. D. Moussa Faki Mahamat y Sr. D. Jean-Claude Juncker, Presidentes de la Comisión de la Unión Africana, y de la Comisión Europea, respectivamente,
Excelencias, Señoras y Señores,
En primer lugar, quisiera expresar mis sinceros agradecimientos a Nuestro Augusto Anfitrión, Mi Hermano el Presidente Alassane Ouattara, así como a su pueblo hermano, por la calurosa hospitalidad que Nos han brindado, desde que llegamos a este queridísimo país que, cada vez que se me ofrece la ocasión, visito con un renovado placer.
Al Reino de Marruecos le embarga una alegría por celebrarse este encuentro entre África, continente al que pertenece, y Europa, continente vecino y socio.
Con satisfacción, confirma su vocación de asumir plenamente el papel de punto de enlace natural entre dichos espacios.
Señor Presidente, Excelencias, Señoras y Señores,
Después de diecisiete años de su aparición, el Partenariado entre África y Europa no ha perdido nada de su pertinencia. A partir de ahora, ya no habrá más tiempo para el diagnóstico ni para las polémicas de retaguardia. Es el tiempo de la acción.
Es indispensable que el diálogo valiente y responsable, entre los antiguos países colonizadores y los antiguos países colonizados, sea franco y directo. Ahora es esencial otorgarle un nuevo impulso.
La Unión Europea y la Unión Africana son dos agrupamientos regionales ineludibles, y son tan importantes el uno para el otro, o sea, tan importantes el uno como el otro. Siendo iguales ante los desafíos, también lo son, en la misma medida, ante las oportunidades y responsabilidades.
La solidaridad entre Europa y África no es un concepto vacío ni un vínculo fundado sobre una filantropía unívoca; sino que más bien procede de una responsabilidad y una dependencia recíprocas. La lógica de asistencia vertical puede ahora dejar el paso a una verdadera cooperación transversal.
Con este ánimo, el Partenariado UE-África debe evolucionar hacia un nuevo Pacto bi-continental. Para África y para Europa, se trata de hacer frente, de manera concertada, a los inevitables retos, mediante una competitividad compartida, una co-localización de las empresas productivas, una movilización humana regulada y unos intercambios culturales fecundos.
Paralelamente, la condicionalidad de la deuda debe revisarse. En este sentido, los países occidentales esperan efectivamente que algunos países de África -independientes desde hace menos de medio siglo- conozcan performances políticas y económicas tan positivas y tan importantes como las que ellos mismos registran, lo que, por consiguiente, les lleva a imponerles unas condiciones imposibles de respetar.
Esta aberración se hace más evidente cuando constatamos que estos mismos países europeos tienen, a veces, grandes dificultades en los planos financiero y político.
Señor Presidente, Excelencias, Señoras y Señores,
Las relaciones entre África y Europa han estado desde siempre marcadas por los movimientos humanos y flujos migratorios. Decenas de miles de migrantes africanos intentan diariamente llegar a Europa, a menudo poniendo en riesgo sus propias vidas.
El siglo XXI será el de las grandes mezclas. Esta evidente constatación nos prohíbe dar cualquier carácter ideológico, pasional o incluso xenófobo a los discursos sobre la migración.
Por su posición geográfica, algunos países se han visto obligados a convertirse en tierra de inmigración. En este sentido, Marruecos lo fue desde su origen, y a partir de su independencia, se sucederán de manera constante diferentes olas migratorias. Nuestros socios europeos y magrebíes conocen bien esta realidad.
En África, la noción de fronteras surgió tras las independencias. Durante el período postcolonial, el tratamiento de la cuestión migratoria sólo conoció un tímido éxito, al ser constantemente abordada, no como una fuente de soluciones y oportunidades, sino más bien de amenazas y desesperación.
Hubo un tiempo en que la inmigración se vinculaba a los movimientos comerciales y peregrinajes religiosos, o era impuesta por los conflictos y pandemias.
En nuestra historia contemporánea, la inmigración ha adquirido una connotación negativa, ya que es asociada a la droga y a otros tráficos, o incluso a los nefastos efectos del cambio climático.
En el imaginario colectivo de nuestra época, la inmigración es asociada, en definitiva, a las plagas de la pobreza, la precariedad, la inestabilidad, o incluso a la muerte.
Es así como Libia, nueva tierra de tránsito entre África y Europa, se ha convertido en el corredor de todos los males, materializando de este modo todas las desgracias.
Hemos sentido indignación ante las atroces prácticas padecidas por los migrantes de nuestro entorno vecino, que difundieron los medios de comunicación. Es verdaderamente la negación de la humanidad.
Tales actuaciones llevadas a cabo por milicias armadas que escapan al control del gobierno libio, llaman a un examen de conciencia colectivo de aquellos que son cómplices de esta trata incompatible con los derechos fundamentales de la Humanidad. Dichas prácticas son contrarias a los valores y tradiciones del pueblo Libio hermano.
No muy capaces o poco deseosos de comprender las causas profundas que subyacen al fenómeno migratorio, se petrifica y se generaliza en representaciones estereotipadas, a través de rompimientos de personas sin trabajo y sin recursos, y con perfiles a veces sospechosos.
Podríamos caer en la tentación de hacer reproches a las poblaciones europeas que temen semejante afluencia humana, percibiéndola como una amenaza. No nos engañemos, desgraciadamente, estos temores no siempre carecen de fundamento.
Nuestros agrupamientos regionales podrían haber sido más eficaces frente a esta situación. Con mucha razón podríamos pensar que si la UMA hubiera tenido existencia real, habríamos sido más fuertes frente a este reto.
Desgraciadamente, hay que lamentar el que la UMA no tenga existencia! Y los flujos migratorios, favorecidos por los conflictos regionales, a menudo son la presa de las diversas redes de tráfico, que van desde los estupefacientes hasta las filiales terroristas. Marruecos, mi país, paga este tributo desde hace tiempo y lo sigue pagando hasta el día de hoy.
Si en el pasado Marruecos tuvo que tomar decisiones difíciles, particularmente con respecto a nuestros hermanos sirios, sin embargo, abrió sus puertas para legalizar la situación de numerosos africanos.
Queremos insistir en que ha llegado la hora de la acción. ¿O vamos a encontrar soluciones eficaces o permaneceremos condenados a seguir en una lógica de desconfianza? Quiero afirmar con fuerza que podemos actuar. Pero no lo podemos hacer todo, y sobre todo que no lo podemos hacer solos. Hay que decir que la política europea sobre esta materia debe evolucionar.
No se puede aceptar que, tanto en los pupitres de las escuelas prestigiosas como en las empresas del continente, los mejores talentos africanos sean objeto de codicias europeas, despreciando la inversión que sus países de origen consintieron para su formación; la consiguiente hemorragia de cerebros es deplorable.
Habiendo sido país de emigración, de tránsito y de inmigración, Marruecos ha desarrollado un enfoque introspectivo de la cuestión migratoria que concibe de manera inclusiva y positiva.
Si constatamos los desafíos planteados por la inmigración, ello no debe ser un óbice para destacar sus aspectos positivos. Numerosos son los ejemplos que ilustran tal extremo:
Lo mismo que sus hermanos marroquíes, los migrantes africanos han contribuido de manera sustancial a la reconstrucción de Europa de la posguerra, y algunos países africanos se sienten legítimamente vejados.
Al comienzo de los años 70, algunos jóvenes marroquíes, con un sentido de convivialidad, se iban a Europa para las vendimias o para ayudar en las labores de campo. En la actualidad, estos viajes ya son una quimera.
Desde hace aproximadamente una década, algunos europeos se instalan en Marruecos, aportando su saber hacer, creando localmente unas pymes y empleo.
En el día de hoy, se impone una nueva visión: se trata de hacer de la inmigración un tema de debate sereno y de intercambio constructivo.
Al Norte como al Sur, todos sacamos provecho. Si esta concepción es, por ahora, todavía muy frágil, debemos tener la seguridad de que algún día, juntos, alcanzaremos esta meta.
En tanto que el Líder de la Unión Africana sobre la Cuestión de la Migración, quiero someter, con ocasión de la próxima Cumbre de la UA, unas propuestas a mis Hermanos y Hermanas Jefes de Estado, a fin de desarrollar una verdadera Agenda africana sobre la Migración.
He colocado los primeros jalones de esta Agenda en el mes de julio de 2017, a través de la nota preliminar que ha sido presentada a Mi Hermano, el presidente Alpha Condé, con ocasión de la 29ª Cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana.
Esta Agenda, con alcance pleno e íntegro, nos impone hablar con una misma y única voz africana y según nuestro plan de trabajo. Actualmente, y en un momento en que asistimos a un movimiento migratorio inédito, la misma se impone de manera imperiosa, declinándose en cuatro niveles de acciones: nacional, regional, continental e internacional.
A este respecto, conviene corregir cuatro mitos infundados:
• La migración africana no es predominantemente intercontinental. Es ante todo inter-africana. De 5 africanos que salen, 4 se quedan en África;
• La migración irregular no es mayoritaria: representa únicamente el 20% de la migración internacional;
• La migración no empobrece a los países de acogida: el 85% de las ganancias de los migrantes permanecen en los países de acogida;
• Finalmente, quisiera recordar que ya no hay distinción entre países de emigración, de tránsito y de instalación.
En el marco de esta agenda, conforme a sus compromisos internacionales, y lejos de las prácticas vergonzantes e inhumanas, heredadas de una época ya superada, los países africanos asumirían sus responsabilidades en lo que se refiere a la garantía de los derechos y de la dignidad de los migrantes africanos sobre su suelo.
Señor Presidente, Excelencias, Señoras y Señores,
No quisiera acabar mis palabras sin expresar la esperanza de que nuestro Partenariado cobre madurez y diversificación.
Con confianza, creemos que la Cumbre de Abidjan dará al Partenariado afro-europeo una inflexión decisiva y un impulso cualitativo al servicio de la estabilidad, de la seguridad y de la prosperidad de los dos continentes.
En resumidas cuentas, debemos preparar una agenda positiva a fin de configurar un futuro mejor.
Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh".