El técnico portugués se enfadó con los árbitros y realizó una mímica de llamada telefónica, un gesto enigmático que le valió la tarjeta roja del director de juego Luca Pairetto al inicio de la prórroga.
Según la prensa italiana, el "Special One" consideró insuficiente el tiempo adicional anunciado. Con su gesto y sus palabras, habría acusado al árbitro, cuyo hermano es directivo de la Juventus y cuyo padre estuvo implicado en el escándalo arbitral de Calciopoli en 2006, de intentar impedir la victoria de la Roma.