"La adopción de una visión conjunta y creativa de las relaciones transatlánticas entre los países del Sur, que acerque los agrupamientos regionales africanos a sus homólogos en América Latina, es capaz de abrir nuevos horizontes ante la transferencia de competencias, anunciando así un profundo cambio en el equilibrio de fuerzas políticas y en las reglas que rigen los intercambios económicos y la movilidad de las ideas”, indicó SM el Rey en un mensaje a los participantes en la tercera edición de la World Policy Conference, abierta hoy sábado en Marrakech (300 km al sur de Rabat) .
“Para alcanzar tal objetivo, se requiere definir de modo más preciso los papeles que han de desempeñar los principales espacios regionales, además de emplear innovadores modos de gobernanza, a fin de contribuir conjuntamente al establecimiento de las propiedades de una gobernanza mundial eficiente” prosiguió el Soberano.
SM el Rey añadió que « la importancia de adoptar este indispensable enfoque reside en el hecho de constituir nuestra única opción para alcanzar lo planetario partiendo de lo regional y particular; dicho en otros términos, conviene promover la aparición de lo que podría llamarse “biodiversidad de la globalización”.
El Soberano manifestó su deseo de “ver esta cumbre dedicándose al estudio de una profunda reforma de los mecanismos globales de la gobernanza planetaria, con vistas a ofrecer una posición más destacada a los agrupamientos regionales, especialmente africanos, en la medida en que son los depositarios de nuestras esperanzas en este ámbito”, indicando a este respecto que conviene considerar las regiones, de modo general, y las africanas, en particular, como un socio autónomo dentro de la globalización.
“Para lograr tal finalidad, indicó SM e Rey, se ha de obrar por el establecimiento de los mecanismos necesarios, capaces de garantizar la estabilidad política y la equidad de los intercambios económicos, amén de respetar las culturas y las identidades regionales”.
SM el Rey estimó que “un proyecto de esta índole no debe ser llevado a la práctica como respuesta a instrucciones impuestas, una vez más, desde arriba, por polos de influencia, potencias manifiestas u ocultas, o a veces por lobbies de intereses y especulaciones; antes bien, este decisivo proyecto ha de ponerse en marcha en tanto que proceso orgánico, político y civilizador, capaz de garantizar una paz duradera, asentada sobre una verdadera voluntad política, el derecho a unos intercambios equilibrados y el respeto de la diversidad cultural y confesional”.