El estado de ánimo de este régimen en decadencia se expresa a menudo a través de su prensa o de su agencia oficial (APS). Como un barómetro, mide el grado de desesperación preocupante de los líderes del país y refleja la falta de horizonte para una economía en agonía, y la angustia permanente de un inevitable resurgimiento de la ira en las calles. Este cóctel explosivo de frustraciones explica los ataques enfermizos contra Marruecos y sus instituciones.
Es el caso de esta nota de 19 de mayo de 2020_la precisión de la fecha no es insignificante porque es algo nunca visto en los anales del periodismo de bajo nivel practicado por esta agencia_ acusando a los eurodiputados de "sionismo" por la simple razón de que denunciaron la situación desastrosa de los derechos humanos en Argelia y la política de palo contra los periodistas y los militantes del Hirak.
Argel no sólo ve en ello la mano de Marruecos, sino que se dejó llevar por la histeria pretendiendo que se trata de una operación del "lobby marroquí-sionista" que trabaja para "impedir que Argelia vuelva a la senda de la estabilidad, el orden, los derechos y las libertades y el crecimiento".
En esta nota inspirada en informes de la Gestapo, la APS tilda a los diputados de "sionistas" por haber redactado una simple carta recordatoria al Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, en la que piden una reacción urgente a la situación de los derechos humanos en Argelia.
El caso es bien conocido y esta carta es sólo la última de una serie de interpelaciones de los eurodiputados y de las ONG internacionales sobre la represión en este país que, además, en el contexto de la pandemia de Covid-19, ha alcanzado niveles insoportables.
Los eurodiputados también querían, a través de esta correspondencia, poner a la Unión Europea ante sus responsabilidades para dar curso a la resolución del Parlamento Europeo de noviembre de 2019 sobre la situación de las libertades en Argelia, que sigue pendiente. Lo mismo se aplica a su deber de informar, concienciar y seguir la situación del país en relación con sus compromisos internacionales, en particular sus relaciones con la Unión Europea, que incluyen todo un capítulo sobre los derechos humanos.
Cabe recordar que esta resolución del Parlamento Europeo "condena enérgicamente el arresto arbitrario e ilegal, la detención, la intimidación y los ataques contra periodistas, sindicalistas, abogados, estudiantes, defensores de los derechos humanos y activistas de la sociedad civil, así como contra todos los manifestantes pacíficos que participan en las manifestaciones pacíficas del Hirak".
La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT) expresaron recientemente la misma preocupación en un informe conjunto sobre la represión de los defensores de los derechos humanos en Argelia.
Además de una rara violencia dirigida a los eurodiputados, la APS no ha encontrado otra forma de adornar su relato repugnante que recurrir a viejos expedientes para evocar una página que Marruecos pasó hace más de 20 años a raíz de un proceso de justicia transicional sin precedentes y de reformas audaces que establecieron el Estado de derecho y la democracia.
En una mezcolanza de insultos y griteríos ensordecedores, la agencia argelina no dudó en desviar de su contexto, utilizando falsedades flagrantes, parte de la historia de Marruecos, sin olvidar dedicar un párrafo a su títere "el polisario" atribuyéndole galones más anchas que sus hombros cuando alucina con sus "éxitos extraordinarios en el seno de la comunidad internacional". ¡Que conste!