"Es hora de que el régimen argelino reconsidere su obsesión anti marroquí y se oriente hacia el cese del apoyo a un complot separatista", insistió Saint-Prot en una entrevista con el semanario tunecino "L'expert" que se publicará el jueves.
Asimismo, Saint-Prot subrayó que la comunidad internacional debería ejercer ahora una fuerte presión sobre Argel para poner fin a una crisis que es sólo el residuo de la guerra fría.
El investigador explicó que Argel debe entender que "no se puede basar una diplomacia en el odio".
El director general del OEG recordó que se trata de un conflicto artificial creado completamente por el régimen argelino y el bloque comunista a mediados de los años 1970, señalando que el Sáhara marroquí debería haber regresado naturalmente al seno de la madre patria marroquí tras la salida de los colonizadores españoles después de la Marcha Verde en noviembre de 1975 y que marcó el fin de la colonización.
"Fue en ese momento cuando Argelia y el bloque comunista lanzaron el grupo separatista -Polisario- cuyo estatuto de movimiento de liberación nacional nunca ha sido reconocido, lo que es bastante normal ya que no participó en la lucha contra el ocupante español y es una simple marioneta del régimen argelino", detalló el investigador.
"La ceguera del régimen argelino está verdaderamente fosilizada en un pensamiento de tipo soviético", estimó Saint-Prot.
Por otra parte, calificó de excelentes las relaciones entre Marruecos y Túnez, porque son "dos países serios, competentes y sabios".
"Ciertamente, puede haber, en algunos puntos, una competencia económica, pero esto se puede superar", indicó, subrayando que, una vez más, "la responsabilidad del régimen argelino es enorme porque es él y sólo él quien bloquea la cooperación Magrebí".
Refiriéndose al expediente libio, Saint-Prot destacó los esfuerzos de los "Estados sabios", como Túnez o Marruecos, para encontrar una solución a la crisis.
Las conversaciones entre los libios han progresado, se congratuló el politólogo, señalando que la Unión Africana, la Unión Europea, Francia, los Estados Unidos, muchos países latinoamericanos y Turquía aplaudieron la celebración de esta reunión y el papel positivo de Marruecos para iniciar un proceso en consonancia con el acuerdo de Sjirat de 2015 y bajo los auspicios de las Naciones Unidas.