Herederos de un patrimonio que tiene sus raíces tanto en el África subsahariana como en la Europa andalusí, los marroquíes comparten a diario con orgullo este patrimonio como una ventaja para el futuro de su país.
Este modelo de interacción y convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos ha ayudado a Marruecos a preservar sus orígenes multiculturales. Todos estos afluentes han sido reconocidos por la Constitución de 2011, lo que ha permitido al Reino fortalecer su diversidad, unidad, identidad y cosmopolitismo.
A través de su modelo único, Marruecos hace de la religión un factor de paz, asegurando que las comunidades judía y cristiana vivan en armonía y en respeto de los valores de la convivencia. El pilar central de este enfoque se basa en la institución del Comendador de los Creyentes "Imarat Al-Momimin", encarnada por SM el Rey Mohammed VI, que gestiona y regula las orientaciones y estrategias y es el garante de la unidad nacional.
Bajo el reinado de la dinastía alauí, el espíritu de apertura, fraternidad, tolerancia y paz ha sido cultivado siempre en Marruecos.
Es en este sentido que debemos recordar los esfuerzos del difunto SM Hassan II a favor de la paz en Oriente Medio y el diálogo entre las religiones monoteístas, y por el Sultán Mohammed V, quien se negó a firmar los decretos que imponían a los judíos llevar la estrella de David tejida en su ropa durante el régimen de Vichy.
Una posición de principio que sigue vigente con SM el Rey Mohammed VI, quien ha hecho del Reino una excepción en el mundo árabe erigiendo el componente hebreo en uno de las afluencias constitutivas de la identidad marroquí, en un momento en que el judaísmo en Oriente Medio y Norte de África suele evocar imágenes de hostilidad.
Actualmente, se estima que el número de judíos en Marruecos roza los 4.000, la mayoría de ellos residentes en Casablanca. Éstos Siguen disponiendo con total libertad y seguridad de todos los servicios necesarios para la práctica de su religión (tribunales rabínicos, código personal, sinagogas, escuelas, carnecerías casher, etc.).
Esta comunidad cuenta también con un Tribunal Rabínico compuesto por jueces rabínicos, funcionarios del Estado, que dictan sentencias en los casos de estado civil (matrimonio, divorcio, herencia) y aplican la "Halajá" -Ley de Moisés- en nombre del Rey. La transmisión de sus tradiciones y la educación religiosa todavía se conservan, así como el derecho de reunión en los centros culturales.
Entre las tradiciones que distinguen a los judíos de Marruecos están la veneración de los santos, la peregrinación a sus santuarios y el recurso a su protección. Los investigadores han identificado cerca de 652 santos con sus santuarios, la mayoría de los cuales se concentran alrededor de las montañas del Atlas.
La particular ósmosis de la cultura judía marroquí en la historia y la identidad del país se ilustra en importantes momentos de connivencia interreligiosa e intercomunitaria, en particular a través de una fiesta judía específicamente marroquí: la Mimuna. Este evento cultural y festivo se ha trasladado a todos los países de la diáspora judía.
Cada año, entre 50.000 y 70.000 judíos de origen marroquí que viven en Israel viajan a Marruecos para hacer turismo, pero especialmente para peregrinar y celebrar las fiestas religiosas. La ciudad de Esauira, conocida particularmente por la Hilula del Santo Rabino Haim Pinto, considerado figura emblemática del judaísmo marroquí, recibe cada año a entre 2.000 y 3.000 peregrinos.
Cerca de un millón de judíos de origen marroquí residen en Israel, pero siguen apegados a la tierra de sus antepasados, como lo han demostrado las manifestaciones de alegría y júbilo en las calles de las ciudades israelíes tras el anuncio del restablecimiento de las relaciones con Marruecos.
Deseoso de destacar la diversidad de su identidad, en particular su componente judío, Marruecos es el primer país de la región del norte de África que ha integrado la historia y la cultura judías en su programa escolar.