El webinario contó con la participación de un gran número de académicos, investigadores, parlamentarios y representantes del mundo empresarial.
Los panelistas que participaron en este evento abordaron, entre otras cosas, la reciente decisión judicial del Tribunal Superior de Nueva Zelandia que rechazan las alegaciones de los separatistas sobre el comercio de fosfatos entre Marruecos y Nueva Zelandia, el impacto socioeconómico de los diferentes proyectos estructurales iniciados en las provincias del Sur, así como la dinámica creciente de reconocimientos internacionales a la marroquidad del Sáhara.
Por otra parte, los participantes desvelaron la desastrosa situación de los secuestrados en los campamentos de Tinduf y desmintieron las alegaciones infundadas en torno a la cuestión de los recursos naturales y los derechos humanos.
Por su parte, el embajador de Su Majestad el Rey en Australia, Karim Medrek, presentó una génesis de este diferendo artificial cuyos orígenes se remontan a la época de la guerra fría.
El diplomático marroquí subrayó que, a lo largo de los años, Marruecos había participado de buena fe en la aplicación del plan de arreglo propuesto por las Naciones Unidas en 1991, señalando las dificultades con las que se tropezaba su aplicación, empezando por el proceso de identificación, que era su elemento esencial.
Medrek concluyó su intervención afirmando que la cuestión del Sáhara es una cuestión de culminación de la integridad territorial de Marruecos y no de descolonización, añadiendo que sólo una solución política, bajo la égida exclusiva de las Naciones Unidas, basada en la Iniciativa de Autonomía marroquí, podría poner fin a este diferendo.
Por otra parte, los interventores destacaron que el desarrollo económico de las Provincias del Sur no sólo beneficia a la población local, sino que también constituye una oportunidad para instaurar un centro de conectividad a nivel continental.
Asimismo, subrayaron la importancia de la iniciativa marroquí, que fue ampliamente apoyada por la comunidad internacional, en particular tras el reconocimiento estadounidense de la soberanía de Marruecos sobre su Sáhara, la apertura de una veintena de representaciones diplomáticas en las provincias del sur, así como la preeminencia de la iniciativa marroquí de autonomía como única solución capaz de poner fin a este estancamiento.